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Benalmádena
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Benalmádena, historia de un pueblo
Benalmádena es, por sí, uno de esos enclaves que merece la pena visitar, vivir y recordar. Es un territorio privilegiado en el que la tranquilidad de su atmósfera la belleza del paisaje y la afabilidad de sus gentes se dan la mano con una amplia oferta de ocio y recreo.
Situada geográficamente en el centro mismo de la Costa del Sol, a solo once kilómetros del aeropuerto, y con unas cómodas comunicaciones por carretera, Benalmádena, por la propia configuración de su término municipal, puede ofrecer, al mismo tiempo, posibilidades de animada diversión, lugar de descanso tranquilo y una importante actividad cultural, que la presentan como lugar idóneo para el visitante de cualquier tipo.
No nos podrás olvidar.
La Prehistoria
Los primeros ocupantes de los que se tiene constancia en la zona de Benalmádena datan del periodo denominado Solutrense (Paleolítico superior), hace unos 20.000 años, en el que aparecieron numerosos asentamientos humanos en toda la costa de Málaga. En Benalmádena, el yacimiento más representativo de esta época es la Cueva del Toro, ubicada en el monte Calamorro, que según los estudios realizados parece haber sido un santuario. La ocupación de esta cueva data de hace unos 15.000 años y en ella lo más representativo es la existencia de pinturas de color rojo que representan a un bóvido acéfalo. Dada su orientación Sur, con una cómoda entrada y una vista panorámica de toda la zona costera, se trata de un emplazamiento privilegiado para un santuario de dicha época.
La estructura social en el Paleolítico Superior parece estar ligada a grupos familiares que permitieran una fácil movilidad de la población, carente de recursos propios y que utiliza las cuevas como abrigo.
La forma de vida en esta época está ligada a la caza y a la recolección de frutos silvestres. No existen vestigios que demuestren que se practicase ningún tipo de ganadería o cultivo, cosa que ocurre hace unos 5.000 años ya que una mejora climática general permite abordar tareas de cultivo produciéndose un asentamiento más estable de las poblaciones que siguen habitando en cuevas. Nos hallamos ya en el Neolítico.
De esta época existen numerosos restos en el Museo Arqueológico de Benalmádena (instrumentos líticos, cerámicas y ornamentos personales), procedentes de yacimientos locales entre los que destacan las cuevas de La Zorrera y de Los Botijos.
De Tartessos a Roma
En el segundo siglo antes de Cristo (hace 4000 años) se produce un enraizamiento y homogeneización de las culturas en base al asentamiento de pequeños grupos humanos (poblaciones) en enclaves abiertos y al desarrollo de una incipiente actividad agrícola y ganadera. Algunos historiadores datan en estos momentos la aparición de los primeros intercambios comerciales. Estos pueblos tienen una influencia notable de la cultura dominante en el Sur de España, los Tartessos.
Aproximadamente en el año 800 a.C. se produce la llegada de los Fenicios a las costas de Benalmádena los cuales proceden de Tiro y pretenden ampliar sus dominios comerciales atraídos por la benignidad de la zona y la riqueza de sus recursos. Parece ser que el principal interés de los fenicios estaba en la minería (diversos metales y especialmente la plata) lo cual confirma la datación, ya en esta época, de alguno de los yacimientos mineros de Benalmádena.
Es en este periodo, con la llegada de los Fenicios, cuando se produce la aparición de los primeros poblados con una incipiente estructura de clases, lo cual llega a su apogeo en la ciudad de Málaga (Malaka) donde se llega a levantar una fortificación. Los recursos básicos son la agricultura (vid y olivo) y la pesca.
En Benalmádena se ubica el yacimiento de La Era, asentamiento fenicio del que nos han quedado abundantes restos arqueológicos procedentes de varios niveles y épocas de asentamiento, que se pueden admirar en el Museo Arqueológico de la localidad.
En el siglo II a.C. se produce la llegada de los Romanos a la zona de Benalmádena que se materializa en una serie de transformaciones en la economía, la estructura social y la organización territorial. Esta zona vive un desarrollo de las actividades generadas del aprovechamiento de los recursos marinos, la pesca y la elaboración de productos derivados de la misma (salazones fundamentalmente), así como en menor medida el marisqueo o la extracción de sal.
Algunos historiadores hablan de la presencia, en esta época, de un importante embarcadero que estaría ubicado en la zona que actualmente conocemos como Torremuelle y cuyos orígenes estarían en la época de ocupación musulmana.
De la época de ocupación romana tenemos en Benalmádena el yacimiento de una "Villa Romana" (se le conoce popularmente como Benal-Roma) de la que se están recuperando los restos que han llegado hasta nuestros días (sellos de panadero, lucernas, vasijas, agujas, etc.) y que se conservan en el Museo Arqueológico ubicado en Benalmádena-pueblo. También se han recuperado restos de monedas, anclas y ánforas en la zona de Torremuelle.
A partir del siglo IV se empiezan a asentar colonias cristianas en el seno de las urbes romanas de la zona de Málaga que, en principio, no generan la misma beligerancia que en otras partes del imperio. En cualquier caso esto es favorecido al ser este área, tal y como pasa hoy mismo, un punto de encuentro de culturas y zona de paso comercial hacia el incipiente mercado norteafricano.
Se da paso a un periodo de despoblación del territorio a favor de las grandes urbes (en nuestra zona Málaga era el principal núcleo fortificado), donde se refugia la población como medida de protección ante las constantes llegadas de barcos enemigos a las costas y donde parecen existir mayores recursos para la subsistencia.
A la caída del imperio romano, en el siglo V, se produjo una atroz invasión de los pueblos bárbaros. La provincia romana de Baetica (a la que pertenecía Benalmádena), fue ocupada por los vándalos con un saqueo indiscriminado y un comportamiento social muy lejano al refinamiento de la cultura romana precedente.
Entre los siglos VI y VII, bajo los dominios, primero visigodo y posteriormente bizantino, se produce un periodo oscuro de transición, marcado por un evidente despoblamiento de la zona de Benalmádena, que no se reavivará hasta la conquista musulmana.
La Benalmádena musulmana
Es en el año 711 cuando los musulmanes hacen su legada a "Spania" (nombre mantenido desde la ocupación bizantina) con una ocupación en la que predominan los pactos y la negociación frente a las armas. Una de las pocas excepciones significativas en toda la península es la resistencia llevada a cabo en Bobastro (Málaga) por Omar Ibn Hafsun hasta principios del siglo X en que es finalmente sometido. En estos momentos Benalmádena no cuenta con núcleos importantes de población y tan solo se evidencian ciertos asentamientos que no llegan a mayor categoría que la de aldea.
Hacia el siglo XI se comienza a desarrollar una estructura social en Benalmádena en torno a su núcleo urbano, ubicado en el actual pueblo, y que consistía en fortaleza y villa amurallada. Ya en el siglo XIII es evidente la organización agraria de la población musulmana puesta de manifiesto por una parcelación geométrica de las tierras del municipio, si bien desigual debido a las innumerables barranqueras existentes, donde predomina la caña de azúcar (traída desde Oriente por los mismos árabes), los higos, la morera y la uva. Precisamente el cultivo de la morera estaba destinado a la industria de la seda, citada por algunos poetas y geógrafos de la época.
Finalmente, cabe también atribuir a estos años de ocupación musulmana la aparición del topónimo con el que hoy conocemos a nuestro municipio: Benalmádena, que según el parecer más extendido, procede de la voz árabe "Ibn-al-Madena" que quiere decir "Hijos de las Minas".
Ibn al-Baytar
Diya al-Din Abu Mamad Abd Aliah ibn Ahmad al Andalusi al-Malaqui (el malagueño) al-Nabati (el botánico) también fue conocido como Ibn al-Baytar (el hijo del veterinario) y es posiblemente la figura histórica más relevante nacida en Benalmádena. Se trata del más interesante botánico y farmacólogo de la Edad Media.
Nació en Benalmádena en el año 1197, donde vivió su niñez y adolescencia y donde comenzó a interesarse por las plantas de su entorno y la forma de utilizarlas para curar ciertos males. Con esta inquietud viaja a fin de tener a los mejores maestros de la época, lo cual consigue fácilmente teniendo en cuenta los grandes avances de la ciencia árabe, la cultura más evolucionada de su época.
A los 24 años comienza a viajar por diversas capitales del imperio musulmán, llegando a ser Jefe de Botánicos en El Cairo y finalizando su periplo en Damasco donde llega a ser Visir con grandes honores y siendo una de las personas más influyentes de todo el territorio. Sus estudios de botánica, zoología, mineralogía y de la naturaleza del hombre le hacen publicar un elevado número de obras consideradas como guías para los sabios que le siguieron.
- Tres publicaciones suyas destacan por encima de todas las demás:
- "Mogni fi addwiya el Mofridat" (tratado básico sobre remedios simples) donde hace una especie de guía práctica para los médicos.
- "Kitab al-Jami li-mufradat al-adwiyah wa-al-aghdhiyah" (tratado esencial sobre medicinas y alimentos) en el que hace una relación de más de 1400 ejemplos de medicinas naturales, hierbas, remedios y alimentos productos de su propia observación así como la consulta de más de 150 fuentes.
- "Chami al Mofridat addwiya wa alagdiya" (colección de medicamentos simples) donde hace una relación sistemática, por orden alfabético, de sus estudios e investigaciones sobre medicamentos y alimentos contenidos en los tres reinos naturales.
Ibn al-Baytar llegó a la categoría de sabio y, según escribió uno de sus discípulos, Benalmádena no solo fue su lugar de nacimiento sino el origen de su sabiduría.
Del S.XV al S.XVIII
La reconquista de Benalmádena por parte de los ejércitos cristianos, al mando del rey Enrique IV, se produce en el año 1456 con la consiguiente destrucción de todo cuanto se encontraron a su paso. De hecho, muchos vecinos de Benalmádena se refugian en Mijas para posteriormente tratar de reconstruir parte de lo que fue su pueblo, que vuelve a ser destruido en 1485, esta vez por las tropas de Fernando el Católico.
Desde ese momento, llegan momentos oscuros en la historia de Benalmádena, en un terreno que por inseguro nadie quiere habitar. Es así que en 1491 el rey encarga a Alonso Palmero la repoblación de Benalmádena con 30 familias cristianas cosa que no consigue debido a diversos avatares, entre los que se encuentra un terremoto que hace huir a los recién llegados.
El primer censo oficial de población de Benalmádena data de 1496 y nos indica que los vecinos que lo integran son 10 caballeros, incluido en ellos el alcaide Alonso Palmero, y 21 peones cabeza de familia.
Los problemas de poblamiento de Benalmádena tienen su origen en la inseguridad de la costa, asaltada habitualmente por enemigos (especialmente de berberiscos recién expulsados de este territorio) y piratas que llegan a la búsqueda de riquezas ya inexistentes.
A mediados del siglo XVI Benalmádena cuenta con 10 familias y unos 50 habitantes y es cuando comienza un incipiente asentamiento de la población gracias al espaciamiento de los ataques y que estos tienen otros objetivos. Comienza una actividad comercial que se lleva a cabo fundamentalmente con Mijas ya que Málaga, el principal centro urbano de la costa, dista mucho más y presenta el inconveniente serio de tener que cruzar el río Guadalhorce, el cual era necesario vadear.
De esta época data una de las familias más largamente asentadas en Benalmádena, los Zurita Zambrana, propietarios de grandes parcelas de tierra en la zona de Arroyo de la Miel, donde concentraron un gran patrimonio.
El nombre de la población, mediante la adaptación del vocablo árabe, pasa a ser "Benalmaina", que es como aparece reconocida durante este periodo.
Posiblemente uno de los peores momentos de la historia de nuestro pueblo se produce el 9 de octubre de 1680 cuando un terremoto no deja una sola casa en pie y echando abajo algunas colinas y que fue empeorado por un maremoto posterior que inutilizó las barcas y arruinó la costa.
En 1784 el genovés Félix Solecio compra el cortijo de Arroyo de la Miel con la intención de construir 6 fábricas de papel (papel blanco y de estraza) para proveer a las fábricas de naipes de Macharaviaya. Si bien las fábricas abandonan su producción en 1806, su infraestructura y viviendas son el origen del actual núcleo urbano de Arroyo de la Miel. A partir de este momento comienza el poblamiento de todo el municipio favorecido por el cada vez más concurrido tráfico comercial entre Málaga y toda la costa.
Los siglos XIX y XX
A principios del siglo XIX, una vez que la mentalidad de la zona ha cambiado gracias a la puesta en marcha de las fábricas de papel (con independencia de su destino) un nuevo cultivo viene a incrementar no solo la productividad sino la economía general de la comarca. Se trata del cultivo de la pasa moscatel y la uva para elaboración de vinos. A mediados de siglo Benalmádena es destino de inversores que buscan terrenos para el cultivo de la vid, que llega a ser un monocultivo en esta zona.
Todo esto provoca un aumento de la población del 56%, llegando a 1.692 habitantes en ese momento y hasta 2.239 vecinos en el año 1887. También es reseñable la apertura de la primera posada de la zona (en la calle de los Pozos).
A partir de 1890, y tras la plaga de la filoxera, que termina con todos los cultivos de vid de la comarca, se producen una serie de acontecimientos que, nuevamente, hacen mella en la población. Se trata de epidemias de paludismo, cólera y tifus que, como en el resto de la provincia de Málaga, merman la población seriamente.
La salida de vecinos, que emigran ante esta perspectiva, así como la población fallecida, provocan una crisis poblacional que no se remontará hasta mediados del siglo XX, concretamente en la década de los años 50.
A partir de esa fecha se produce el renacer de Benalmádena en base a un recurso nunca antes explotado: el turismo.
Finales del siglo XX
En la década de los años 50, del siglo XX, empiezan a valorarse las posibilidades que para el turismo tiene la Costa del Sol y es el momento en el que algunos inversores hacen sus adquisiciones de terrenos en la costa con el objetivo de construir los primeros hoteles. En aquel momento no existe una delimitación, por desconocida, de esta zona y se la llama simplemente "la carretera de Málaga a Cádiz" e incluso cualquier paraje, especialmente los de la costa, se atribuían erróneamente a Torremolinos, todavía bajo la tutela administrativa de Málaga.
El hotel pionero de esta zona fue el "Costa del Sol", al que en pocos años se le unieron los hoteles la Roca, Siroco, Tritón, Riviera, Alay de forma que en pocos metros se concentraron hoteles de categoría que empezaron a utilizar Benalmádena como distintivo de ubicación.
Al mismo tiempo el municipio se dio cuenta de las posibilidades que ofrecía esta nueva industria, la del turismo, y se decidió hacer un especial esfuerzo en la mejora de los núcleos urbanos y de las infraestructuras de ocio de la zona.
Existen varios momentos especialmente significativos en la historia reciente de Benalmádena que han contribuido a convertirla en un enclave privilegiado.
De un lado, la designación de Villa de interés turístico a principios de los 70, que casi coincide con diversos premios de embellecimiento del pueblo de Benalmádena, lo cual la coloca en un lugar destacado para el turista, sobre todo el que venía de fuera.
A continuación, en 1973, la inauguración del parque de atracciones Tivoli, el primero y único de la costa por casi treinta años y que cubría una oferta hasta ese momento inédita.
Finalmente, otro momento momento importante para el conjunto del municipio es la inauguración de su puerto deportivo, el más grande de la costa y que ya ha recibido en varias ocasiones el premio a la "mejor marina del mundo", otorgado por empresas de comunicación especializadas. Un puerto con más de 1000 atraques, con una arquitectura de gran belleza y con un entorno de ocio y recreo que atrae a millones de visitantes todos los añoss.